Urbanización de Punta Ballena
Milka, Elena, Ana y sus hermanas
Cinco INVERSORES Argentinos estaban interesados en proyectar la urbanización de Punta Ballena para proponérselo a las hijas de Lussich ya que estas necesitaban vender sus tierras, pero no se llego a concretar nada sino hasta que sucede un encuentro imprevisto entre Bonet y Milka (una de las hijas de Lussich). En 1945, durante su luna de miel en el Hotel Nogaró, Bonet conoce a Milka Lussich, ya que ella vivía en dicho lugar. Quedando fascinada con Bonet, se convence del proyecto propuesto por los INVERSORES Argentinos y decide aceptarlo. Milka era una de los nueve hijos de don Antonio (8 mujeres y un varón fallecido) y por consiguiente una de las herederas de la fortuna Lussich. Se dice que los Lussich tenían problemas financieros heredados por la forma en que era Lussich, y la manera de resolverlos era lotear y vender esos predios. Bonet aparece como la solución: un arquitecto que ya había hecho fama en Buenos Aires.
Debe haber sido muy impactante el encuentro Milka- Bonet. Todo el mundo dice que Milka tenía una personalidad muy particular, y seguramente debe de haber convencido a las otras siete hermanas para aceptar el plan Bonet.
Todo el enorme predio había sido dividido en veinticuatro partes, y a cada una de las hermanas le correspondía tres partes repartidas a lo largo de la costa, todo muy prolijamente dividido: ocho partes en la laguna, ocho en la sierra, y otras ocho frente a la playa – las más valiosas y de mayor interés para la INVERSIÓN - así todas tenían una porción en cada lugar. Un gran predio, entonces, se empieza a dividir en lotes, según una ley de la herencia en nuestro país, y Bonet recoge ese problema jurídico y lo soluciona con el módulo. Un módulo que va avanzando a lo largo de la costa por los lotes de las hermanas que estén dispuestas a vender. Y así apareció un personaje que era un inmobiliario, quien llevó adelante todo esto. Roque García, fue le hombre que fue convenciendo a cada una de las hermanas Lussich de que éste era el negocio de sus vidas. Esto lo contó la viuda de Bonet, Ana María, no hace mucho en Barcelona. Las hermanas Lussich la consultaban mucho, ya que el relacionamiento entre ellas era difícil.
Se dice que Roque García le aconsejaba como manejar la situación, de forma tal que sabiamente se pudo definir todo el proceso de negociación de la manera más pacífica posible. Según sus palabras este le dijo a ella: “Ana maría: Tú no le digas nada a ninguna de las hermanas. Cada una va a venir a decirte algo de las otras y tú muévele la cabeza como diciendo si, asintiendo todo. No le digas a ninguna lo que dijo una de la otra. Todo a boca cerrada”, y el se encargaba de hablar con las ocho hermanas. De esta forma se logró que siete de las ocho hermanas vendieran sus lotes. Ellas tenían la necesidad de vender pero estaban renuentes debido a la falta de proyectos propuestos que estuvieran a la altura y categoría del bosque creado por su padre. Los inversores Argentinos le encargan a Bonet la realización de un proyecto para presentarlo a ellas con el fin de convencerlas de la venta de sus tierras."
Según relata Bonet:
En este caso se me encargó la planificación de una zona de 1.500 hectáreas con una forma básica triangular. El mar constituye uno de los lados, un gran lago el segundo y, el tercero, la Sierra de Punta Ballena. De las mil quinientas hectáreas, mil están ocupadas por un bellísimo bosque de pinos, eucaliptos y otras especies de gran valor botánico.
Este bosque, creado por Antonio Dionisio Lussich, fue, junto con la playa, el factor determinante del proyecto. “Yo traté de exaltarlo como unidad, de diversas maneras, sin desvirtuarlo por una parcelación geométrica.
Partiendo de los puntos medios de cada lado del triángulo. Proyecté, en forma de estrella de tres puntas, un espacio central que, vinculando los tres sectores de viviendas, permitiera concentrar los servicios de carácter comercial, colectivo, social, hotelero y deportivo.” En cuanto a los tres sectores de vivienda (uno sobre cada lado del terreno triangular) fueron proyectados de acuerdo a la topografía y ambiente, desterrando la rutina de las calles y creando senderos que unen todas las casas con la playa y el bosque. El encuentro con automóviles fue cuidadosamente evitado y resuelto por medio de sencillas pasarelas en los pocos cruces resultantes. Los cercos constituyen un elemento plástico que separaba las casas entre si, pero sin dividir el bosque.
Una estudiada tala de árboles permitió vistas al mar, a través de obras que no dañaron el conjunto del paisaje boscoso.
En el sector construido sobre el mar, la doble circulación independiza totalmente a peatones de automóviles y fue la primera de este tipo que prescindió del tradicional paseo costero. Este paseo fue un elemento urbanístico de gran encanto en la sociedad anterior al automóvil, transformándose luego en una verdadera barrera entre el mar y la población.
Es una urbanización muy generosa en sus lotes, lotes de geometría más bien cuadrada, y entre las casas quedan grandes espacios verdes y parques. Eso fue el loteo original. Se puede decir que todo anduvo muy bien porque se realizó casi toda la organización de la costa salvo un solo lote que no se tocó, que actualmente está inmaculado, ya que pertenecía a una de las hermanas que no quiso vender en aquella época y que ahora está en poder de los herederos. Obviamente, todas las hermanas han muerto. El lote posee quinientos metros por cien, sobre la costa.
En cuanto a la urbanización se hizo junto a ella la construcción de Solana del Mar.
“Hay elementos claves, como la separación vial en la urbanización; las calles para los vehículos y otras sendas peatonales para la gente, como lo hizo con aquellos puentecitos en Portezuelo, donde las personas no tocaban lo vehicular. Eso proviene, obviamente del Ciam, los Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna, pero Bonet no ejecuta al pie de la letra esos conceptos un poco rígidos, duros, sino que los suaviza y entrega una arquitectura mucho más relacionada con el entorno, con el bosque, sin dejar de ser moderna.”
Luego de la urbanización, la construcción del Hotel Terraza del Mar y la venta de lotes.
En ese tiempo, luego de finalizada la urbanización y el parador, los visitantes pasaban la tarde y disfrutaban del lugar y de los servicios. Aun no se estaban vendiendo los terrenos. Así se llego a la conclusión de que con la construcción de un hotel se podría acercar a la gente más tiempo a la zona. De esta forma se construye el hotel Terraza del Mar. El mismo fue desarrollado por el Arq. Armando D´Ance, de origen francés. La construcción del hotel permitió que la gente pudiese permanecer en Punta Ballena no sólo una tarde sino todas las vacaciones, que en esa época eran de uno a dos meses.
De esta forma el Hotel Terraza del Mar fue quien dio pie al desarrollo de nuevos e importantes proyectos.
Recopilación histórica compaginada por Ernesto Merzario. Toda reproducción debe ser consultada y aceptada según reglamentos vigentes